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El 14 de febrero de 2014 me senté frente al ordenador y mis dedos comenzaron a “bailar” sobre el teclado para contar la historia de Alma. Cuatro años después sigue siendo un misterio para mí el poder creativo (y creador) que todos llevamos dentro. ¿Puede un poder tan grande salir de un simple proceso químico del cerebro? Yo creo, siento y presiento que hay cosas que solo surgen cuando nuestra mente, nuestro corazón y nuestra alma se alinean y se conectan con el origen de la creación, con esa fuente primigenia de la que surge ese infinito mar de posibilidades del que nos habla la física cuántica.
Alma se publicó como material didáctico dentro de un proyecto social institucional para el que trabajaba, por aquel entonces, como redactora de contenidos digitales. Cuando me plantearon la idea, la premisa fue transmitir de manera sencilla y accesible, un mensaje de concienciación sobre el rechazo a la diferencia, ya que el proyecto tenía por objetivo lograr una mayor empatía en la sociedad ante personas en riesgo de exclusión social por causa de alguna discapacidad física, mental o por cualquier otro motivo que las hiciera “diferentes” a la norma social establecida.
Para abordar con una mínima garantía de “éxito” semejante trabajo, supe desde el primer momento que debía empezar a buscar dentro de mis propios “archivos”. Indagar en mi interior y ver qué creencias con respecto a mis propias limitaciones, imperfecciones o capacidades y talentos asumía o rechazaba de mí misma (porque el rechazo existe en las dos direcciones: a veces, un don o un talento especial, también es motivo de exclusión familiar o social. Y, a veces, un “defecto” encierra un potencial, o una discapacidad supone una oportunidad para descubrir otros valores en nosotros que desconocíamos por completo).
En aquel momento, yo estaba realizando un curso en la Escuela Canaria de Literatura y mi profesor, el escritor y psicólogo Roberto Cossío, me sugirió ahondar en mis propias limitaciones y en lo que podía haber detrás de mi “obsesión” por el perfeccionismo. Una obsesión que bloqueaba entre otras cosas mi vocación por la escritura, porque yo era de esas personas que sienten que “si no eres capaz de hacerlo perfecto, mejor no lo hagas”. En aquel proceso, me ayudé de una “asistente” imaginaria: Lyro, una especie de alter ego extraterrestre que me vigila desde otra dimensión mucho más evolucionada. Se trataba de un ejercicio muy utilizado en psicología, mediante el cual uno mismo responde a sus propias preguntas, poniéndose en la piel de algún personaje que represente a nuestra propia sabiduría interior.
Aquel ejercicio se convirtió en una interesante fuente creativa que llegó a sorprenderme y a convencerme de que en nuestro interior albergamos un gran potencial para acceder a una información tan sutil como valiosa para nuestras vidas. Cuando Alma se publicó por primera vez como material didáctico, incluía solo algunas frases de Lyro pero una lectora muy especial (era invidente y había leído Alma en sistema Braille), me comentó que le “fascinaba” la presencia de esa especie de “personaje fantasma” a lo largo de todo el relato. Por esa razón, como homenaje a aquella lectora, decidí rescatar mis “conversaciones” con Lyro y “colar” más contenido “extraterrestre” entre los capítulos de esta nueva edición.
Alma surgió en sus dos primeras ediciones acompañada de las ilustraciones del dibujante grancanario J. Morgan, al que siempre le agradeceré el cariño, la dedicación y la generosidad que le infundió a la historia que yo quise contar. Pero esta vez, cuatro años más tarde, cuando surgió la oportunidad de que Alma renaciera para dejar de formar parte de un proyecto didáctico y pudiera estar circulando libremente por librerías físicas y virtuales, quise que viajara sola, ya como una adulta trasmisora de un mensaje que va mucho más allá de un “bonito cuento”.
Por eso, estas páginas en las que estás a punto de adentrarte, te van a contar una historia con más de una lectura. Te van a transmitir, entre otras cosas, la lección de vida con la que se encontrará una niña al recibir un inesperado regalo que no cumple con sus expectativas. Pero este relato también habla del aprendizaje de un ser que deberá aceptar su condición física limitada, imperfecta y con una serie de particularidades: el cuerpo que le ha sido concedido para experimentar la vida como humano. Porque son muchos los conflictos que nos creamos por la falta de aceptación de nuestros límites, de nuestros defectos o de nuestros dones y talentos.
Cuando es solo adversidad lo único que logramos ver, reducimos (o incluso anulamos) nuestra capacidad para observar más allá. Entonces, nos perdemos las oportunidades que nos ofrece la vida para descubrir y desarrollar nuestros talentos o habilidades, las cualidades o características que nos diferencian y nos hacen únicos e irrepetibles. La historia de Alma es una metáfora que pretende transmitir un mensaje sencillo, pero tan universal como imprescindible, si queremos jugar al juego de la vida con la dignidad que nos merecemos. Ese mensaje es que todos tenemos una historia que contar, talentos por descubrir y tesoros que compartir. Yo descubrí en el proceso que no es necesario ser perfecto para inspirar a otros y que puedo inspirar a los demás por la manera en la que resuelvo mis propios conflictos con todas mis imperfecciones, a pesar de ellas… o gracias a ellas.
Alma, además, cuestiona la casualidad y el azar, apostando por una interpretación de la vida donde cada uno tiene su lugar y donde la presencia de cada una de las personas que forman parte de nuestra vida, podría ser imprescindible para completar nuestra propia historia. Elegir esta creencia, este pensamiento de manera constante en mi vida, me ha ayudado siempre a superar las situaciones más difíciles. Y te puedo asegurar que, con el tiempo, se confirman mis teorías de manera cada vez más sorprendente. Espero y deseo que la magia de Alma te toque y te guíe para que encuentres tu lugar en el mundo y empieces a brillar para seguir iluminando el camino de la vida por el que todos transitamos. Gracias por existir. LA AUTORA
