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Reencuentros

Desde una terraza de un edificio cualquiera de la calle Antigua Senda de Senent, en la ciudad de Valencia, trataba de encontrar una explicación lógica a los últimos acontecimientos de mi vida. Ese mismo día, 23 de mayo de 1999, había asistido a un encuentro muy peculiar con uno de los más famosos ‘contactados’ dentro del panorama ufológico internacional: el peruano Sixto Paz Wells.


Ya de entrada, tuvieron que darse un puñado de sincronicidades y medio kilo de serendipias para que sucediera el evento ‘por casualidad’ y, como suele ocurrir en este tipo de inesperados hechos, se produjo una especie de reacción química en mi cerebro que hizo que me cuestionara todo aquello que hasta ese momento había considerado ‘incuestionable’. Mientras trataba de ‘aterrizar’ con toda aquella información dando vueltas e intentando encajarse en mi cabeza, se escuchaba desde aquel balcón en el que me encontraba, una melodía procedente del cercano Palau de la Música.


El viento distorsionaba el sonido y le daba un matiz ‘adimensional’, perfecto para acompañar aquel momento de reflexión ‘alienígena’. Parecía que aquella escena no podía venir sin banda sonora incorporada. En ese momento recordé algo que ‘el contactado’ había recalcado especialmente: ‘ellos’ (los extraterrestres) dicen que cada uno de nosotros tiene un sonido único en el universo y que conocerlo nos ayudaría a sintonizarnos con la frecuencia de nuestra verdadera esencia. En aquel instante, en mi mente se conectaron para siempre dos conceptos: música y ‘acceso’ a otros mundos. ¿Había encontrado la llave que abre las puertas del espacio-tiempo? Quién sabe…


Tres años más tarde, volvería a encontrarme con Sixto Paz en Valencia, justo en la misma semana en la que visité la Feria del Libro de Madrid donde unos amigos que conducían un programa de radio en el que yo colaboraba regularmente por aquel entonces, titulado ‘Adimensional’, me presentaron a Javier Sierra. Era el mes de junio de 2002 y Javier acababa de publicar su primera novela: La Dama Azul. Aquel título me cautivó y no dudé en comprarlo y en leerlo a la velocidad de la luz. La de sorpresas que me llevé leyendo aquella historia en la que entre otras cosas, se hablaba de un experimento secreto del Vaticano en el que se utilizaban ciertos sonidos para provocar estados alterados de conciencia, viajes astrales o bilocaciones…De nuevo, la música y la entrada a ‘otros mundos’.


El pasado 28 de septiembre, casi veinte años más tarde de mi primer encuentro con el contactado peruano, vino a mi memoria como un relámpago, la escena de aquel balcón valenciano. Un auténtico ‘flashback’ digno de guion cinematográfico que se produjo mientras estaba sentada en una butaca de la sala sinfónica del Auditorio de Tenerife. Una sala que, por cierto, ya te sitúa estéticamente en las entrañas de una especie de nave nodriza (mi paisano Calatrava, con todas sus ‘fallas’, es un genio recreando edificaciones de ‘otros mundos’).


Justo sobre mi cabeza se encontraba la estrella de la cúpula de la sala y tenía frente a mí una visión casi onírica de la Orquesta Sinfónica de Tenerife que, magistralmente dirigida por Diego Navarro, interpretaba la banda sonora de ‘Encuentros en la Tercera Fase’ mientras se proyectaba la película en tres pantallas. Me encontraba en un concierto histórico, que ‘casualmente’ tuvo como presentador honorífico a Javier Sierra.


Este suponía mi cuarto reencuentro ya con el escritor y mi primer ‘encuentro’ con la experiencia ‘live to picture’ y la indiscutible ‘magia’ en directo del maestro Navarro. Una magia que iba mucho más allá de la perfecta sincronización entre música e imagen (tan perfecta que no sabía si estaba ante una obra de arte o una obra de ‘Marte’). Una magia que trascendía la enorme complejidad técnica y artística de aquel concierto. Era un reencuentro, otro más, con el misterio de la esencia misma del Universo. El enigma de esas cinco famosas notas con las que los extraterrestres de la película se ‘comunican’ con los humanos, prendió de nuevo la chispa en mi cabeza: otra vez el sonido y su capacidad para comunicarnos con ‘otros mundos’. Nikola Tesla dijo “Si quieres entender el Universo piensa en energía, frecuencia y vibración”. Y eso, es bastante parecido a la definición de música.

Mientras pienso en todo esto, alzo la vista y busco entre los libros de la estantería más cercana mi ejemplar de La Dama Azul. Por curiosidad, me pregunto qué decía la dedicatoria de Javier…


“Para María,

Otra “dama azul” que ya sabe – seguro- que nada ocurre por casualidad. Ni siquiera que hoy nos hayamos conocido…

Javier Sierra

Madrid, junio de 2002”


No me digan que todo esto no ‘suena’ de lo más misterioso…

(Continuará…)



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